No se debe igualar la Víctima con el Victimario
- Dagoberto Valdés
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Los últimos acontecimientos en Cuba duelen, como cubano, por el divorcio de la diplomacia y la política con la verdad. Una cosa es decir la verdad, con elegancia, respeto y decencia, y otra cosa es ocultar, negar, o silenciar, la verdad o una parte de ella.
Pero, más grave aún, es la equiparación de las víctimas con los victimarios que es otra forma de no reconocer la verdad en las relaciones humanas. Es cierto que, por la sola razón de ser todos seres humanos, se deben respetar la vida, la integridad y los derechos tanto de las víctimas como de los victimarios, sin odios ni venganzas. Sin embargo, es una injusticia, éticamente inaceptable, que se trate de asemejar a las víctimas de la opresión con aquellos que le violan sus derechos.
Aunque en su esencia todos los seres humanos somos de la misma naturaleza y debemos gozar de la misma libertad y de los mismos derechos, eso no debe significar que a quien recibe el daño y el que lo provoca, no se le haga justicia. Recordemos la definición que nos brinda el Diccionario de Oxford sobre la justicia: “Es el principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde, merece o pertenece.”
En esta definición debemos destacar varios aspectos: uno, que no habrá justicia verdadera si no hay conciencia y formación moral o se actúa en contra de los principios éticos. Dos, que la justicia también es un instrumento que nos permite discernir y juzgar el propio comportamiento y el de los demás. Cuando se argumenta que no se deben hacer juicios de valor se pierden hasta los mismos valores y la capacidad de discernimiento. Se desemboca en el relativismo moral. Tres, que la justicia está estrechamente vinculada con la verdad. No puede haber verdadera justicia si se vive en la mentira estructural, política y personal. Y cuarto, la justicia debe dar a cada cual lo que le corresponde, lo que le pertenece y lo que merece.
De este último punto “dar a cada cual lo que se merece”, se deduce que no puede darse el mismo trato a las víctimas y a los victimarios porque sería injusto dar lo mismo al que es culpable de abusos, injusticias, represión o violación de los derechos de los demás, y a aquellos que reciben y sufren la violencia y la injusticia.