El oso ruso se abalanza sobre Cuba
- Miriam Leiva
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El gobernante Miguel Díaz-Canel ratificó el apoyo incondicional a la Federación de Rusia durante la reciente visita a La Habana de Dmitry Chernyshenko
El Gobierno de “continuidad” está entregando la nación cubana a Vladímir Putin, en su desesperación por superar la debacle económica y preservar el poder absoluto, en peligro por el creciente descontento social. Cuba queda en medio de la confrontación con Estados Unidos, al tiempo que sus relaciones exteriores, la influencia en la CELAC y el apoyo internacional anti-embargo estadounidense podrían lesionarse.
El gobernante Miguel Díaz-Canel ratificó el apoyo incondicional a la Federación de Rusia durante la reciente visita a La Habana de Dmitry Chernyshenko, vicepresidente muy cercano al mandatario eslavo. Así, el gobernante de la Isla justificó la invasión a Ucrania, con implicaciones muy superiores al apoyo de Fidel Castro al aplastamiento de la rebelión en Checoslovaquia, en 1968. Por su parte, Chernyshenko demostró el inmenso alcance de los compromisos contraídos por las autoridades cubanas al anunciar que su país demandaría cambios en la legislación cubana.
Anastás Mikoyán, viceprimer ministro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) llegó a Cuba en febrero de 1960, a fin de aprovechar la confrontación política que surgía con Estados Unidos. Para compensar el inicio de las sanciones económicas, él fue portador de un crédito de 100 millones de dólares y el intercambio de azúcar por petróleo. Fidel Castro desafiaba a la administración de Dwight Eisenhower, basado en el apoyo de millones de cubanos motivados por las promesas de democracia, mejoramiento de las condiciones de vida y auge económico, y aprovechando la confrontación entre Estados Unidos y la URSS.
El 8 de mayo de ese año, se reanudaron las relaciones diplomáticas interrumpidas en 1952 por Fulgencio Batista; y en octubre de 1962 el mundo estuvo a punto de colapsar por una posible Tercera Guerra Mundial, tras el emplazamiento de cohetes nucleares soviéticos en Cuba.
Hasta la desaparición de la URSS, las relaciones bilaterales tuvieron alzas y bajas, pero el sustento económico de los países socialistas contribuyó a los derroches del “Comandante” hasta fines de la década de 1980 con la llegada del denominado “Período Especial en Tiempos de Paz”.
No fue hasta el 2000 que Putin visitó La Habana para recomponer las relaciones, aunque meses después provocó la ira de Castro por retirar la estación de escucha de la Base de Lourdes, en La Habana. Raúl Castro viajó a Moscú en 2009 y 2012, en busca de diversificar la dependencia respecto a Venezuela. Actualmente, parece que las viejas simpatías del general hacia Rusia y las necesidades urgentes de financiamiento y suministros han prevalecido sobre la adaptación de las más sensatas reformas económicas y las inversiones de China y Vietnam.
El repentino interés de unos 50 empresarios rusos participantes en el reciente Foro Económico Empresarial, coincidente con la visita de Chernyshenko, podría estar motivado por las dificultades para comerciar e invertir en el mundo debido a las sanciones aplicadas por Estados Unidos y decenas de países como resultado de la apropiación de la península de Crimea en 2014 y la invasión a Ucrania en 2022.
Junto a adueñarse de las potencialidades de Cuba, esta podría ser la base para producir y exportar a América Latina, utilizando las instalaciones de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, el transporte marítimo supuestamente cubano, y los buques de gran porte que ya pueden arribar a ese puerto mientras Rusia no tenga acceso al Canal de Panamá.
Las negociaciones en la Comisión Intergubernamental y el Foro Empresarial concluyeron con la firma de ocho convenios. Se aspira a llevar el turismo ruso a medio millón de visitantes anuales, a la construcción o explotación de hoteles y a incrementar los vuelos. El uso de las tarjetas de crédito MIR seguirá extendiéndose. Los ingenios azucareros podrían modernizarse, como pasa con el Central Uruguay.
Las potencialidades para las inversiones en Cuba son inmensas, debido a las necesidades de equipamiento y modernización de la agricultura y las industrias. La conducción de la economía y la dirección de las empresas estatales requieren apertura y optimización.
Sin embargo, la historia de la reforma, la venta de las empresas estatales, los grandes capitales de los jerarcas y la corrupción crean dudas sobre la conveniencia del asesoramiento y venta al gran oso ruso. Los cubanos nuevamente dependerán de las latas de carne, la harina de trigo y el combustible rusos, apoyarán la invasión a Ucrania sin derecho a emitir opinión, y ojalá que no comience la conscripción para pelear en defensa del Donbás.
Tomado de: Cubanet